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El Hechicero Inexperto (página 2)




Enviado por Felix Larocca



Partes: 1, 2, 3

Era así, pero, ahora, cuando confrontamos un
dilema de cualquier tipo, sea en nuestras vidas sentimentales, de
negocios, en
nuestras existencias internas, un problema cualquiera, lo
resolvemos, muy a menudo, y sin pensar, o sin reflexión
siguiendo las pautas que amigos nos ofrecen gratuitas o extraemos
"conocimiento"
de las revistas que abundan como autoayuda en las salas de
esperas de las peluquerías. O de los salones de belleza,
lugares donde se discuten las vidas portentosas de los famosos,
adaptando en envidia sus estilos de vivir, como si ellos tuvieran
acceso a lo que tantos anhelan: a la juventud
eterna, a la inteligencia
innata, al juicio infalible, a la belleza natural y al
albedrío perpetuo -que es sólo fantasía que
ellos desean proyectar. Ellos son los mismos quienes
pueblan iterada y aburridoramente las páginas del Ritmo
Social
, de OH!, Elle, ¡Hola! y
otras revistas destinadas a dejar que el pudiente trivial
demuestre que no es tan rico como es mediocre. Chacun à
son goût…

Pero volvamos al por qué es importante que seamos
curiosos:

"O, la, la, la, la, c’est magnifique!" Como
nos canturreaba Maurice Chevalier…

Maurice Chevalier

Somos curiosos porque vivimos en un universo confuso
con leyes vagas que
aún los poderosos no pueden enjaezar. Un mundo de
entropías y de incertidumbres. Un mundo donde lo
único cierto, es lo que es incierto.

Me gusta escribir, me fascina educar. Por eso lo
hago.

A Leonardo le gustaba pintar, a Rodin, esculpir.
Preguntemos a los moradores de las páginas sociales
qué gustan hacer (además de comer) y qué,
además de eso, hacen bien.

¿Contar con patrimonio
heredado? Bueno, lo concedemos, es una ventaja y un privilegio
temporal. Pero muy fútil.

¿Darse empachos de dulces? Tarea, para tantos,
muy edificante y muy noble.

¿Qué más hacen? Tratar de
impresionar a otros y a ellos mismos con la idea de que son
respetados y de que son superiores. Pero en ese propósito
fallan, porque, simplemente, no lo son.

Que se compren y se rodeen de desventurados mediocres
que les canten sus "glorias", porque de ellos dependen -pero, no
basta, porque quienes verdaderamente valen de entre su entorno,
ni los respetan, ni los consideran dignos.

Si alguien bien lo sabe c’est
moi
.

Por ejemplo:

¿Quién es este Bill Clinton?

Para los dominicanos que viven entre Punta Cana y La
Romana, Bill es un héroe.

Pero, para los americanos, que bien lo conocemos, Bill,
fue un buen presidente cuyos instintos le proporcionaron un lugar
dudoso en la historia de los presidentes
de ese país. Así fue, porque tenía un
problema serio con la veracidad y con una voracidad sexual
desenfrenada -el caso de muchos modistas y cantantes que, por
todas partes, viven.

He aquí donde el Mago y el Exégeta hacen
su entrada.

¿Queremos vivir de la propaganda que
otros nos alimentan como verdades eternas? O, ¿queremos
vivir con un entendimiento de la realidad de que este mundo
pertenece a quienes logran entender y descifrar las intenciones
de los demás?

Preguntémonos:

¿Queremos poder
controlar las respuestas y las acciones de
aquellos que nos rodean? Sería bueno, ¿no
creen?

A mí me parece que sí. Que es importante
tener un sentimiento cierto de seguridad de que
un cliente va a
comprar, de que una aventura amorosa es estable o de que es,
simplemente, una aventura.

O de que olvidar y salir de una relación
tóxica es acto saludable.

A mí me parece importante saber (no,
sería mejor, creer) que las intenciones de los
demás son congruentes con mi entendimiento de las mismas,
y que mi margen de equivocación es
mínimo.

Para mí, estos son asuntos importantes, como lo
es para quienes de mí dependen y quienes adoptan como
estudiantes esta "doctrina".

Yo, prefiero leer, o intuir, si se prefiere, las mentes
y las intenciones de los demás, para poder, como animal
del Paleolítico Superior, embrujar a mi presa, o burlar a
mi enemigo.

Ésta, para mí, es asimismo La
Opción de Hobson
… La única que nos
queda, porque al fin y al cabo como animales, somos
bestias de presa. Pero, somos físicamente débiles;
nacimos desnudos, sin garras, sin colmillos, sin
caparazón, sin poder alcanzar velocidades impresionantes.
Nacimos sin nada más que poseedores de un cerebro enorme
que tantos rehúsan usar.

Por eso engordamos y dependemos del azúcar
y de comer hasta que la muerte
prematura nos lleve…

Tenemos que aprender el uso del encantamiento sin perder
control, como Mickey hiciera en la película
Fantasia.

Aprender antes de que la cueva se nos rebalse con el
líquido problemático que la vida
proporciona.

Escuchemos entonces el lenguaje de
la entelequia y el mensaje de los sueños.

Bibliografía

Larocca, F. E. F: La Opción de Hobson en el
Tratamiento de la Gordura

Livio, M: The Golden Ratio: The Story of PHI, the
World’s Most Astonishing Number
(2002) Broadway Books
NY

Von Goethe, J. W: Der Zauberlehrling (1798)
Musenalmanach für

 

Dr. Félix E. F. Larocca

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